La ascensión ayer, en un caluroso y soleado día de Agosto, al Garmonegro (3051 mts) y al Algas Norte (3032) me ha hecho sacar varias conclusiones. Aconstumbrado a ir al monte en grupo me he dado cuenta de que en solitario:
1- Se escuchan otros sonidos. El graznido en lo alto de una chova, la caida de una piña, el movimiento de una roca, la sinfonía de miles de cigarras en un prado, convierten la experiencia sensorial en algo novedoso, intenso y de algun modo amenazador. En cualquier momento, aún sabiendo que no es su zona, esperaba encontrarme detrás de un árbol a la osa Camille dispuesta a devorarme.
2- No tengo ritmo. No solo musical. Tampoco en el paso. No sabía si iba lento o rápido, a ritmo adecuado o no. Así que, como me suele suceder, aturullado, comencé a acelerar y alcancé la cima en 2h50´en lamentables condiciones.
3- En situaciones críticas respondo con prudencia. Tras hacer el Algas, quise continuar al Argualas. La cresta en solitario imponía. Se iba haciendo tarde. Entraban nubes por el Oeste. La mayor parte de la gente (poca) ya estaba bajando. Así que renuncié. Hace años habría seguido.
4- Beberse medio litro de cerveza a la vuelta al Refugio de la Casa de Piedra, sin otra compañía que las botas aireándose frente a uno, aunque reconforta, deprime un poco.
PD: En las fotos: vista del balneario y al fondo macizo del Vignemale desde cima del Garmonegro. Picos del infierno e ibones de Pondiellos. Cresta del Argualas. Vista de Argualas, Algas y Garmonegro desde la subida. Saltamontes.
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